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viernes, 18 de noviembre de 2016

Texto charla TED 2016. Primera Parte: ESE MOMENTO DE FELICIDAD ABSOLUTA



Soy Pía Tedesco.
Nací en Buenos Aires, me crié en un hogar disfuncional, como casi todo el mundo y llegué a España hace quince años con dos maletas y 100 dólares que me regaló mi tío. Venía a visitar a mi madre, no conocía a nadie más. Y mi madre, vivía en  un pueblo de la Sierra de Gredos, en donde llamábamos “atasco” al encuentro de dos vacas en una esquina.

Hace unos días estaba cenando con amigos. Uno de ellos, Ugo, que es sumamente inteligente y analítico, hizo la siguiente observación: “Todos estamos varados en algún momento de nuestra veintena, un momento de juventud al que volvemos con el pensamiento de manera recurrente y que no dejamos ir.  Un momento en el que éramos felices sin más. Y eso es lo que terminamos buscando siempre en nuestra vida cuando buscamos la felicidad.”

Yo soy muy observadora y ya que intento trabajar desde la mayor honestidad en el escenario, trabajo mucho en la auto-observación, así que empecé a buscar mentalmente ese momento del que Ugo hablaba. Y no lo había, no lo encontraba. Todos en la mesa hallaron ese momento de la veintena, pero yo no. Entonces dejé de buscar en mis veinte años, y navegué entre mis recuerdos  de toda la vida hasta que encontré ese instante mágico:  ese momento era yo, a mis siete años, jugando con mis hermanos y mi padre en el jardín de casa.

Esa sensación puedo revivirla fácilmente, hubo muchos de esos momentos desde mis cinco a mis ocho años: verano, sol… nosotros bajo los árboles del jardín, mamá dentro leyendo o preparando la comida y nosotros riendo, jugando y escuchando en la radio la música que mi padre ponía siempre: jazz y música clásica.
Allí vuelvo a menudo con mis recuerdos. Me di cuenta de que en esa cena de amigos, varios de nosotros nos dedicábamos a algo que nos conectaba con ese momento mágico.

“¡Yo me dedico a las artes escénicas y la música! Y eso, muchas veces, es puro juego.” dije inmediatamente. Uno de mis mejores amigos que estaba allí dijo: “es cierto, siempre estás jugando y juegas en serio, como un niño que se zambulle en lo que está haciendo, lo disfruta y al que no le importa nada más.”

Sí, es así. Y me gustó muchísimo que mi amigo Juan, pianista genial, me viese de esta manera y me lo dijera. Eso significa tres cosas: que estoy conectada a lo que me hace feliz y a quien soy, que lo dejo ver sin esconderlo, y que me rodeo de gente que lo aprecia.

Esa es la clave: sentirse apreciado por lo que uno es en su ser más íntimo. Todo lo demás nos desconecta del mundo, y la desconexión (con uno y con los demás) es LA causa de la infelicidad.

Y dado que para ser buenos en nuestro trabajo, hay que dedicarle mucho más que ocho horas diarias, lo más inteligente que podemos hacer, es trabajar en algo que nos conecte con lo que realmente somos.
Si ya hemos escogido un trabajo, y no es (por ahora) el trabajo de nuestros sueños, tenemos dos opciones sanas: cambiar de oficio o hacer algo para que lo que hacemos se convierta en algo que nos apasione hacer.
Existen maneras, siempre, de mejorar el sitio en el que estamos y convertirlo en algo personal, en algo que nos estimule y que nos conecte con los demás desde un sitio honesto.

Pero si esto es lo que nos gustaría hacer a todos ¿ por qué no lo hacemos? ¿Por qué nos quedamos en lugares que nos hacen infelices y nos alejan de lo que amamos?

Por algo muy sencillo: la vergüenza, el miedo, o, como lo llama Julia Cameron: el “Complejo de fraude”.

(continua en la Segunda Parte: ALL YOU NEED IS LOVE )

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