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jueves, 10 de diciembre de 2015

Crear: El arte de saltar al vacío.

Crear: Salto al vacío.




Cada vez que empiezo a crear un proyecto nuevo, siento lo mismo que se siente con un nuevo amor: curiosidad, excitación y miedo.
Sí: miedo. No me vengan a mí con eso de que cuando te enamoras todo es color de rosas y soñar con cupido.
Cada vez que uno se enfrenta a algo importante sabe que se enfrenta también a uno mismo, a sus propios miedos, deseos, fallos, ilusiones. No hablo de el enamoramiento de un jovencito al que nunca le han roto el corazón. Hablo del amor que uno se permite sentir por algo y por alguien incluso sabiendo que todo pasa. Que todo muta, que todo se mueve más allá de nuestro control.

Trabajamos con personas, con seres tan inestables como uno.
Crear, escribir, cantar, producir, enamorarse. Todo es un acto de fe y un salto al vacío. 
Hace años tocaba en la calle y no me imaginaba que me subiría a escenarios tan preciosos como ahora lo hago, pero entremedias sucedieron millones de cosas que me rompieron el corazón. 
Pasé frío con mi ukelele en El Rastro mientras miles de turistas me hacían fotos y no me dejaban ni un duro. Envié centenares de dossiers, sin respuesta. Miles de emails y llamados a extraños que no terminaron en nada.
Acto de fe.
Amas lo que haces y sigues adelante. 
Es probable que actúes hoy y que quien te contrata te pague dentro de dos años.
Y sigues.
Es probable que ensayes con alguien y que ese alguien se mude a otro país.
Y sigues.
Puede que produzcas algo en lo que aparentemente nadie cree.
Y sigues.
Todo eso genera abismos. Cierras los ojos y saltas.
Hace poco tuve la inmensa alegría de ver a Misia en un escenario. Es una artista de esas que cuando se suben a escena te agarran bien de las pelotas, tetas u ovarios y no te sueltan hasta que se bajan de allí. Esa noche, Misia dijo: "El destino de un buen artista es siempre ir a mejor. Ir a peor va en contra de las leyes de la naturaleza". Y es verdad. 

Me gusta más Billie Holiday después que antes.
Y ella Fitzerald, y Edith Piaf y The Beatles y Johnny Cash. Y Chavela. Y Goyeneche.
Y Gardel que, aunque está muerto, cada día canta mejor.
Pueden tener la voz cascada o estar arrugadísimos. Su arte puede no estar de moda, sin embargo, han ido tan a fondo que son incuestionables.
Así, no queda otra opción: o eres de verdad o te diluyes, te conviertes en alguien que se asusta y sale corriendo. 
No hay otra verdad; cada día eres mejor, más sabio, más comprometido y más valiente. Eso si te comprometes.
Y eso hago ahora. Me comprometo con mi nuevo amor, que está naciendo.
Espero que todos mis ex amantes estén en esta creación de alguna manera. Incluso los que han sido malos, o bobos. También los geniales. Espero que todos los seres queridos de mi existencia acudan a mí con lo que cada uno me ha enseñado.
Ser artista es trabajar con la técnica del Kintsugi: hacer de lo frágil algo más fuerte. Convertir aquello que se ha dañado, en algo más bello aún. Hacer de la cicatriz, nuestro punto más fuerte.

Nuevo proyecto.

El vacío no existe.

Amén.

P.D.: no me lo vais a creer, pero mientras escrbía este blog, buscaba links para ilustrar acerca del arte del Kintsugi, y apareció este, en un blog que se llama (ohhhh!) "Casa Pía".
El Universo tiene unos guiños que sí me hacen gracia. LINK






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